El planeta no nos necesita, nosotros necesitamos de él.

Por: Florencia Pongelli

 

El planeta no nos necesita, nosotros necesitamos de él.

El 5 de junio de 1972, en Estocolmo, se fundó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), durante la denominada Cumbre de la Tierra. Fue la primera gran conferencia de la ONU sobre cuestiones ambientales internacionales y marcó un punto de inflexión en el desarrollo de la política internacional del medio ambiente. Es por ello que esta fecha fue proclamada como el Día Mundial del Medio Ambiente.

Cada año el PNUMA propone un lema específico de celebración para fomentar la responsabilidad y acción de los ciudadanos en términos de cuidado ambiental: “Economía Verde: ¿te incluye a ti?” (2012); “Piensa. Aliméntate. Ahorra” (2013); “Alza tu voz, no el nivel de mar” (2014); “Siete mil millones de sueños. Un solo planeta. Consume con consideración” (2015); “Vuélvete salvaje por la vida” (2016); “Conectar a las personas con la naturaleza” (2017); “Sin contaminación por plástico” (2018); “Lucha contra la contaminación del aire” (2019).

 

La hora de la naturaleza

Este año el lema es la “Biodiversidad: la hora de la naturaleza”. La biodiversidad, o también llamada diversidad biológica, es la variedad de los seres vivos sobre la Tierra. Abarca desde plantas y animales hasta hongos y bacterias, los ecosistemas que los albergan (como océanos, bosques, montañas y arrecifes de coral), así como la diversidad genética encontrada entre ellos.

Nuestra vida, en este planeta, depende totalmente de los ecosistemas y su bienestar. Limpian el aire, purifican el agua, reducen la ocurrencia de desastres naturales y aseguran la disponibilidad de alimentos, medicinas y materias primas, para nombrar algunos ejemplos de lo importante que son los ecosistemas.

Se denomina zoonosis a aquellas enfermedades transmitidas de los animales a los humanos. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), señaló que el 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son de origen animal y éstas están estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas.

Por lo tanto, no es casualidad que en estos momentos de coronavirus se elija darle mayor importancia a este tema. Es que la actual pandemia del COVID-19 es un fiel reflejo de la salud del planeta y cómo ésta está vinculada a nuestra salud.

La pandemia y el consecuente confinamiento en nuestros hogares, genera una oportunidad perfecta para reflexionar sobre el papel de la naturaleza en nuestras vidas y las formas en que podemos abordar por un cambio positivo. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar para frenar la pérdida de biodiversidad y preservar la naturaleza. Como individuos, debemos actuar:

  • consumir alimentos y productos locales, de forma responsable.
  • evitar y reducir el consumo de plásticos de un sólo uso.
  • reutilizar y reciclar, lo máximo posible.
  • donar lo que no utilicemos (ropa, juguetes, muebles).
  • compostar los desechos orgánicos y empezar una huerta orgánica.
  • fomentar el uso de la movilidad sostenible: utilizar la bicicleta y la caminatas como medio principal de movilidad en las ciudades para pequeñas distancias.
  • cuidar el agua potable.
  • minimizar el uso de productos químicos domésticos que pueden tener efectos tóxicos en el suelo y el agua.

Según estimaciones de la ONU, para el año 2050 la población mundial alcanzará los 9700 millones de habitantes y el 80% vivirá en zonas urbanas. Por otro lado, nos estamos enfrentando a la sexta extinción masiva a un ritmo de extinción 10.000 veces más rápido de lo normal. La erosión del suelo fértil, la deforestación, la contaminación del aire, la acidificación de los océanos, el calentamiento global, la extinción de especies y la pérdida de la biodiversidad, son las principales amenazas al medio ambiente causadas, principalmente, por el hombre.

Para el 2030, habremos llegado a un punto en el que desataremos una reacción en cadena que probablemente supondrá el fin de nuestra civilización tal como la conocemos.

Por lo tanto, tenemos que cambiarlo todo. Debemos empezar por tomar conciencia de los efectos que tienen nuestras acciones en el medio ambiente. Cómo nos alimentamos, qué consumimos, cómo nos movemos, qué utilizamos, entre otras peguntas. Para luego actuar y cambiar.

Tenemos una capacidad asombrosa de adaptación. Es momento de aprovecharlo al máximo de manera responsable y con conciencia.

 

Llegó la hora del cambio sostenible. Llegó la hora de la naturaleza.